Cuenta la leyenda que cada año, el primer fin de semana de septiembre, la ciudad de Pontevedra se traslada al siglo XV para celebrar su ya tradicional Feria Medieval, La Feria Franca. Durante dos días, los edificios se engalanan con estandartes, los gremios de artesanos ocupan las plazas con sus puestos y la nobleza se mezcla con el pueblo luciendo sus mejores galas en un ambiente festivo donde no falta buena música y grandes banquetes.
Declarada fiesta de interés turístico de Galicia, la Feria Franca de Pontevedra celebró este fin de semana su décimo novena edición sin defraudar a los miles de pontevedreses y visitantes que, como cada año, recorrieron las calles y plazas empedradas del casco histórico. Como es habitual, la avenida de Santa María, acogió el mercado medieval, uno de los puntos más concurridos donde los diferentes artesanos instalaron sus más de sesenta puestos para ofrecer sus mejores productos de artesanía e alimentación. Otros de los espacios que congregaron una mayor cantidad de público fue la céntrica plaza de la Herrería o la plaza do Peirao, donde herreros, canteros o carpinteros mostraron a los curiosos su arte en el oficio.
Con todo, la Feria Franca de Pontevedra contó con un programa de actividades para todos los públicos. Tiro con arco, cetrería, demostraciones y talleres de esgrima, exhibiciones de danza y el gran torneo medieval celebrado en la plaza de toros captaron la atención y arrancaron el aplauso de pequeños y mayores.
Además, como no podía ser de otro modo, este ambiente festivo lo completaron los juglares y los diferentes pasacalles que fueron animando, a su paso, a todos los que quisieron unirse a la fiesta hasta bien entrada la madrugada. Que no fueron pocos.
Con el paso de los años, esta Feria Franca, que comenzó celebrándose en la céntrica plaza de la Herrería, ha ido conquistando calles y plazas, hasta convertirse en una de las citas festivas más esperadas tanto dentro como fuera de las fronteras de esta villa que, cada edición, nos transporta en el tiempo.